La Juventud y el Sistema Penal


Pormathiasfoletto- Postado em 03 maio 2013

Autores: 
BAQUERIZO, Jorge Zavala

 

 

Cuando el hombre nace se encuentra dentro de una organización social preestablecida, con sus costumbres, sus leyes y sus reglamentos, a los cuales se debe someter todo ser humano. Además, se debe tener presente que el individuo nace con una serie de inclinaciones y tendencias heredadas de siglos de cultura que le han precedido y que han ido formando una conciencia especial en el ser humano. Pero el hombre surge a la vida imperfectamente preparado biológica y socialmente.

De allí la necesidad que tiene el ser humano de ser auxiliado en los primeros años para que pueda alcanzar la capacidad plena que le permita vivir biológica y socialmente sin angustiosos problemas. Esta primera ayuda debe surgir del grupo más cercano al recién nacido, esto es, del grupo familiar al cual le corresponde la tarea básica e importantísima de la formación del hombre: la biológica y social. De lo que se haga o se deje de hacer depende, en mucho, el futuro del hombre.

Sin insistir en la labor de adaptación biológica que le corresponde a la familia en el desarrollo del niño -por no ser propio del tema- nos limitaremos a analizar de manera muy rápida el papel que desempeña la familia en la tarea de preparar al recién nacido para su adaptación social. Esta tarea la conocemos con el nombre de "educación", por lo cual haremos primero un somero examen sobre su importancia, para luego examinar su relación con la realidad social de los países en desarrollo, como el nuestro.

Pensamos que la educación es el instrumento con el que la sociedad prepara y acondiciona al hombre para que se adapte al medio social al que pertenece. Pero, como se sabe, este instrumento no es manejado, por un solo operario, y ni siquiera por un solo tipo de operario. El Estado delega el manejo de tal instrumento a infinidad de asociados; a tantos asociados como familias integran la sociedad respectiva. La tarea de la educación, mejor dicho, la tarea de educar está encomendada, en primer lugar, a los padres o,' a falta de éstos, a los guardadores de derecho, o de hecho, quienes llevan sobre sí la responsabilidad jurídica y social de poner las bases sobre las cuales se va a levantar todo el andamiaje de la futura formación del recién nacido. Lo dicho nos permite explicar la diferencia de educación que se observa entre los menores de edad, pues no todos los operarios a quienes se encargó el manejo del instrumento social de la educación son igualmente hábiles, responsables y capacitados.

Se ha dicho que el hombre nace con ciertas tendencias, inclinaciones y predisposiciones que, en un momento dado, no concuerdan con las normas, los principios y las costumbres que rigen en la sociedad a la cual pertenece el individuo. La educación, individual y social, debe poner de acuerdo las tendencias asociales o francamente antisociales del niño con las normas o principios imperantes en el medio social en que vive.

Cuando una persona nace con tendencias que se orientan o se ajustan a las normas, principios o costumbres del grupo social; o que, en su defecto, son fácilmente rectificables, la labor de la educación es más sencilla, pero no menos profunda, pues no basta la docilidad de un ser para decir que ya está adaptado, sino que es necesario enraizar muy profundo los principios o las normas para que en el enfrentamiento doloroso y muchas veces decepcionante del hombre con el medio no se produzca una quiebra del comportamiento que haga del individuo un desviado social, o un delincuente.

47 El niño de hoy es una' persona que tiende muy pronto a la liberación; que trata de ser independiente en sus gustos, en sus lecturas, en sus diversiones, es decir, en una sola frase: independiente en sus decisiones. Por lo general tiene plena conciencia que está atado al hogar con un nudo utilitario: la necesidad de la alimentación, de la instrucción, de la habitación; pero en cuanto se siente en condiciones de encontrar por otro lado la satisfacción de esas elementales necesidades, lejos de la vigilancia paterna, no tiene reserva alguna para desafiar regulaciones, irrespetar normas, desacatar la autoridad familiar.

Hasta donde la precoz liberación del menor de los lazos orientadores y disciplinarios han marcado una mayor y mas temprana responsabilidad en el ser humano, es una cuestión muy difícil de determinar de manera empírica; pero pensamos que dicha liberación sí influye para crear mayor sentido de responsabilidad al tener conciencia de la obligación que tienen de satisfacer vitales necesidades. Esta liberación se observa en mayor grado dentro de los hogares de modesta condición económica, pues el menor en esos hogares se ve obligado a muy temprana edad a cooperar en el mantenimiento económico del mismo, o en coadyuvar en las tareas hogareñas o artesanales.

Pero no siempre la predicha liberación desemboca en una responsabilidad mayor o en provecho general del menor, pues, esa liberación puede llevar al liberado a un círculo de mínima seguridad social, o de tendencia delictiva, en donde puede ingresar con las graves consecuencias que de ello se deriva.

Dentro de las sociedades en desarrollo cuando se trata de comprender o de explicar la desviación o la delincuencia juveniles es necesario, en primer lugar, destacar al factor económico. Estamos conscientes que dicho factor no hace necesariamente del hombre un delincuente; pero también estamos conscientes de que acondiciona al hombre hacia la delincuencia. Es posible que las estadísticas de muchos países desarrollados demuestren que no siempre el jóven que ha tenido problemas sociales proviene de las capas sociales menos favorecidas por la fortuna; pero nadie puede discutir que la mayoría de esos jóvenes en conflicto con el sistema social sí han tenido un origen en capas pobres o miserables. Sobre la verdad de este punto no se puede discutir cuando se trata de países en desarrollo.

En las naciones no industrializadas la miseria y la pobreza son la base económica de la sociedad. En las grandes ciudades se observa un conglomerado humano caótico, marginado de casi todos los servicios esenciales, inclusive los de la instrucción, en donde pululan los niños, los adolescentes y los jóvenes, los mismos que tienen como fieles y permanentes compañeras desde el primer día de su nacimiento, al hambre, a la suciedad, a la ignorancia y, en fin, al abandono moral, además del material.

Del panorama general que hasta aquí hemos expuesto podemos concluir de manera más o menos precisa que las tres situaciones que, en nuestra opinión, pueden dar lugar al conflicto del joven con el sistema penal, son: a) la inadaptación; b) la desadaptación; y, c) la delincuencia.

a) Entendemos por situación inadaptada la del menor que dentro del medio familiar no cuenta con los, medios capaces de instrumentarlo hacia la adaptación social, por cuanto los miembros de ese medio tampoco han logrado dicha adaptación. Es el caso de las familias de delincuentes, o en la cual, por lo menos el padre o la madre lo son, y en donde se desprecian las normas o las reglas impuestas por la sociedad. El menor que se desarrolla en este ambiente se adapta al mismo, pero como el ambiente es de rechazo o de repulsa a las normas impuestas por la sociedad, es un ambiente de inadaptación social en el cual está identificado el menor y del cual recibe las influencias que lo pondrán en constante conflicto con el sistema penal.

Pero es necesario entender bien que se trata de una inadaptación del menor en relación con el medio social, pero no al medio familiar, al cual está adaptado y al cual consciente o subconscientemente se siente pertenecer. La inadaptación, pues, es tal mirada desde la perspectiva de la sociedad que ha impuesto las reglas y las normas; pero no es tal mirada desde el plano individual del menor, el cual está respetando las reglas (...) conocidas y aprendidas en el medio familiar. El hurtar será un delito y desafío a la sociedad porque así lo ha señalado ésta; pero no lo será desde el punto de vista del menor, quien ha crecido conociendo de las actividades delictivas del padre o de los hermanos y que muchas veces le han enseñado el camino del delito.

Pensamos, pues, que la familia es el factor fundamental para la inadaptación. Esta familia, factor preponderante para la inadaptación, por lo general se encuentra en los barrios miserables, en los llamados barrios marginales, en donde la pobreza y la ignorancia, amén de la insalubridad y la rusticidad de la vivienda, son sus principales características.

Es en esas zonas marginales en donde se manifiesta de manera frecuente la inadaptación. Allí, en donde los ingresos del padre o de la persona que lo reemplaza como fuente de tales ingresos, son ínfimos y que no alcanzan a satisfacer las más elementales necesidades de una persona, allí es precisamente en donde se encuentran quienes completan el presupuesto con la comisión de delitos; allí es donde se entrega a los menores para que sirvan de fuente de ingresos mediante el adiestramiento para la ejecución de delitos, o para que promuevan la piedad e inclinen el ánimo hacia la caridad. El niño inadaptado es educado para el delito o para la mendicidad, imponiéndole una cuota de ingreso diario, so pena de severos castigos.

No se puede dudar que el menor inadaptado es el ser más condicionado para entrar en conflicto con el sistema penal. Su situación mental ha sido orientada para estar en desafíio permanente con la sociedad y con las reglas impuestas por ella. Ha aprendido a mentir, a disimular, a aparentar, a burlarse, a destruir, a ser insensible.

Ha aprendido a odiar a los que tienen todo lo que a ellos les falta. Han sentido la miseria en carne propia y se saben marginados de la vida social por su miseria y por su ignorancia.

No comprenden bien, al principio, a qué se debe la diferencia entre el que tiene todo y el que no lo tiene. No lo comprende, es verdad, pero la siente, que es peor que si la comprendiera. Sabe que el único camino para satisfacer sus elementales necesidades de la vida, como son las de comer y vestirse, es mendigar, implorar o hurtar.

¿Qué tienen de común entre sí los inadaptados?. El denominador común de los inadaptados es la pobreza, la familia amoral, la ignorancia. Es posible que el menor inadaptado no intervenga en las acciones delictuosas de los mayores; pero por lo general coopera en una u otra forma a dichas actividades. Es así como el menor se prepara para su primera experiencia con la ley penal. Se le enseña que debe ser 'listo" se lo educa para no dejarse sorprender; para utilizar todas sus argucias a fin de burlar a la autoridad, o a los agentes de la autoridad.

Es que la miseria, la pobreza, la necesidad o la falta de medios necesarios para la subsistencia humana no permite a los padres o guardadores legales, o de hecho, de los menores a que se dediquen a la educación conforme a los dictados de la sociedad en donde viven, pues ni dichos padres o guardadores pretenden inculcar tal educación porque ellos mismos viven al márgen de la norma jurídica penal y, por ende, al márgen de la sociedad en que rigen tales normas jurídicas, pues ellos son marginados en todos los sentidos de la palabra: marginados económicos, marginados educativos, marginados sanitarios, en fin, viven en los límites de una sociedad que les señalan e imponen coactivamente un camino a seguir, pero que no se preocupa de que salgan de la marginalidad.

La familia marginada vive en permanente conflicto con la sociedad, sin que ese conflicto muchas veces sea de tipo penal y mas bien constituye una desviación que la ubica muy cerca del conflicto social-penal, pero no llega a formar parte del mismo.

La instrucción, esto es, el conjunto de conocimientos que el hombre adquiere de manera sistematizada en los centros oficiales o particulares de enseñanza, es obligatoria en casi todos los países del mundo cuando se trata de la instrucción primaria.

Sin embargo, en muchos países en desarrollo no existen las suficientes escuelas en la ciudad y en el agro para albergar a todos los niños que requieren tal instrucción. Además, cuando existe la escuela falta el personal necesario, o los útiles que se requieren 49 para la enseñanza. Por otra parte, la deserción del niño de edad escolar es muy elevada en países como el nuestro. Esta deserción, la mayoría de las veces se debe a varios factores que se pueden sintetizar en uno; la pobreza. En efecto, el menor no concurre a la escuela, o la abandona, porque debe cooperar al presupuesto familiar o a ayudar a los padres en ciertas faenas que requieren del brazo juvenil; o también el menor se ausenta de la escuela por falta de capacidad debido a la desnutrición en que vive.

El ser inadaptado es un ser preparado, listo a servir de pasto de la ley penal, la que, ciega ante consideraciones de carácter sentimental o social, debe tener vigencia, debe ser aplicada en todo caso en que se cumplen con los presupuestos o las hipótesis que ha previsto para imponer la sanción.

Por 'supuesto, para el inadaptado el fumar a corta edad, o ingerir bebidas alcohólicas desde sus primeros años, o entrar en el ambiente de la prostitución, o de las drogas son actos normales, aunque no sean normativos, es decir, conforme a las normas éticas y legales. impuestas por la sociedad. De esa manera el niño, el impúber y el menor adulto inadaptados se familiarizan desde los primeros años con el vicio en todas sus formas y son utilizados para el tráfico del mismo. Sirven en el comercio de drogas de manera inconsciente, primero, y de manera consciente, después. Sirven de alcahuetes en la prostitución; de sirvientes en los prostíbulos; de proveedores de cigarrillos de toda clase en las tabernas. Es la legión de los inadaptados los que proveen al mundo del vicio de su material humano. Es que esos menores inadaptados, a su vez, son hijos de inadaptados y, posiblemente, serán padres de inadaptados, si la sociedad no dispone medidas radicales que liquiden la marginalidad.

b) El desadaptado presenta diverso aspecto. Entendemos por situación desadaptada aquella por la cual una persona, luego de haber sido educada conforme a las normas imperantes dentro de la sociedad, por diversos factores se desvía de la orientación inicial y entra al campo de la irregularidad o de la desviación del comportamiento, sin que una u otra, necesariamente, signifiquen la comisión de delitos.

Existe, pues, una diferencia entre el inadaptado y el desadaptado: su origen. El primero se adaptó a un medio socialmente inadaptado; el segundo se adaptó a un medio socialmente adaptado, pero se desvió de esa adaptación para entrar en conflicto con el medio social.

¿Qué produce la desadaptación social del menor?. Opinamos que una de las causas de tal fenómeno es la desintegración familiar en todos sus aspectos, lo cual no sólo se produce cuando los padres se separan por cualquier causa, o porque los padres fallecen.

Pensamos que la desintegración se provoca inclusive cuando los padres estando unidos, poca o ninguna importancia conceden a los hijos, o a los intereses que los hijos tienen en un momento dado.

En otras ocasiones la desadaptación del menor no se debe a la desintegración familiar debido a la ausencia de los padres, o al conflicto entre ellos, sino que, al contrario, se debe a que los padres se dedican principalmente a los compromisos sociales sin atender a los menores, quienes no se sienten unidos a los padres que son una personas a las que poco ven, con las que poco conversan y que poco saben de sus inquietudes, anhelos y ambiciones.

De otro lado, el impacto que la ausencia definitiva de los padres -por divorcio, separación de hecho, o muerte- provoca en el menor es muy grande. En ciertas ocasiones la ausencia del padre o madre "verdugo", es decir, de aquel que, según el criterio del menor, hacía sufrir al padre o a la madre, es motivo de íntima satisfacción en el menor que siente que la tranquilidad ha renacido en el hogar. Pero las consecuencias de la ausencia muy pronto se hacen presentes: estrechez económica, limitaciones personales, cambio de carácter del padre o de la madre con el cual vive el menor, etc. etc.

Todo lo expuesto deja en el alma del menor un rezago de amargura, de resentimiento, de decepción. Se siente una víctima perseguida por el destino que le ha negado la felicidad desde corta edad. Su alcance intelectual no le permite comprender, 50 cuando es niño, muchas situaciones favorables y sólo comprende lo negativo, haciéndose la idea de que el mundo está contra él y él, por ende, debe estar contra el mundo.

La fuga de la casa y la ausencia de la escuela o del colegio, son las consecuencias más inmediatas de la desintegración familiar. El menor ha sido defraudado y se encuentra preparado para ingresar a la legión de los desadaptados. La droga o el alcohol son las panaceas para sus amarguras; la relación con otros seres de edad -inadaptados o desadaptados- lo llevan de la mano hacia la desviación -como el homosexualismo- y lo coloca en el umbral del conflicto con el sistema penal. Ya está en el limite desde donde puede dar el pequeño salto hacia el delito. Y frecuentemente el salto se lo da sin mayor conciencia de la gravedad del paso dado. Es que muchas veces la mera conducta desviada se encuentra criminalizada en ciertos países subdesarrollados en donde la criminalización de las conductas es tarea sencilla, a diferencia de la descriminalización que es una labor lenta, angustiosa y dubitativa. Por lo tanto, lo que, con criterio amplio y de realidad social se podría considerar una desviación sujeta a tratamiento especial, se considera en esos países como un delito y, por ende, debe ser reprimido penalmente.

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