Criminalidad de la Infanto-adolescencia: Factores Criminógenos Externos


Pormathiasfoletto- Postado em 03 dezembro 2012

Autores: 
PASQUEL, Alfonso Zambrano

 

 

Sumario:

- El medio socio-económico. - El medio ambiente. - Las diversiones y los medios de comunicación. La pertenencia del infante y del adolescente (del menor) a un determinado estatus social y económico, así como la pertenencia a un sector político de privilegio, son variables que deben ser apreciadas con objetividad, aunque se diga que el medio económico puede determinar el tipo de delito, pero no la delincuencia en sí. El fenómeno de la estructura del medio-socioeconómico en el que desenvuelve sus actividades el menor no puede ser minimizado.

Lo que ocurre es que son los menores de menos recursos, los que soportan la represión social formal a través de la intervención policial, o del sistema de justicia penal de menores, o de la reacción social informal en hogares incompletos, con deserciones escolares; y una crítica en más de una ocasión implacable de los medios de comunicación.

El menor que pertenece a un estatus de privilegio, llega a otro tipo o forma de criminalidad, a la que realmente no se sanciona porque el filtro de selectividad del control social lo protege generando impunidad. Pero la desproporción en la repartición de la riqueza sí es un factor criminógeno, que hay que averiguar para conocer si en los países que aumenta la prosperidad económica, aumenta también la justicia social. Es acertado por eso decir que: "la posición económica, funciona al menor, como un factor selectivo de internamiento" (1).

Cuando se pretende encontrar factores que expliquen la criminalidad de la minoridad por la pertenencia a un determinado estatus socio económico, apreciamos explicaciones en algunos momentos que resultan hasta contradictorias. Así un autor sostiene:

"La ideología marxista, como se sabe, atribuye a las precarias condiciones económicas un papei importantísimo en la génesis de la criminalidad. Esta teoría aunque no sea parcialmente exacta, es a nuestro parecer demasiado simplista, en cuanto sólo un reducido grupo de delitos puede ser referido a la indigencia. Los crímenes provocados por la pobreza económica pertenecen en realidad sólo a los estratos deprimidos de la población y se terminan casi completamente en el ámbito de la pequeña criminalidad" (2).

Las afirmaciones que precedentemente hemos insertado, tienen como fin que no se llegue a maximizar el factor económico, al que se le reconoce una matriz criminógena; sino que se trate de buscar un punto de equilibrio en la correlación de los diferentes factores, esto es que se tomen en cuenta los factores fisiopsicológicos del individuo y las influencias ambientales que se producen en el seno del reducido círculo de familiares y amigos, e incluso las que provengan del medio escolar que tiene un importante rol.

El profesor Eugenio González González trata de explicar los móviles de la conducta criminal juvenil, en razón de la pertenencia a un estatus o a otro, afirmando:

"a) Los que proceden de la clase social alta. A grandes rasgos se podría decir que los menores que salen de las filas de los status económicamente altos o medios suelen actuar por hambre de cariño, de atención de sus padres... que tienen tiempo para todo y descuidan o abandonan la obligación de educar y estar cerca de sus hijos... De esta delincuencia poco o nada se sabe, porque los padres de los menores, con tal de no verse involucrados en un escándalo, compran a cualquier precio el silencio de las víctimas de sus hijos...

b) Los que proceden de las clases sociales bajas o muy bajas. Los menores que proceden de estas clases sociales, además de carecer –normalmente– del cariño, protección, ayuda y apoyo de sus padres desde su mas tierna infancia...carecen normalmente también del dinero de sus padres para comprar el silencio de sus víctimas. Esta es la delincuencia juvenil "callejera" de la que se habla y sobre la que se hacen las estadísticas" (3).

El profesor ecuatoriano Francisco Dalmau Gavilanez en un trabajo que hemos podido consultar, hace afirmaciones en cuanto el entorno socioeconómico en el que vive el menor, con condiciones que no han mejorado en nuestro medio ni por votos piadosos, sino que antes por el contrario me atrevo a sostener que se han empeorado, lo que convierte en caldo de cultivo el medio socioeconómico. Hay un agravamiento del medio con condiciones de pobreza que originan una vivencia inmunda, escasa alimentación, promiscuidad y falta de distracciones sanas.

"La falta de trabajo de los padres, lanza a los niños a buscar el sustento por propia iniciativa. Los mas se dedican a la mendicidad, al robo al descuido; otros a la realización de toda clase de tareas. Nuestro Código del Trabajo prohíbe la labor de los menores. Sin embargo gran cantidad de niños están empleados en talleres, fábricas, almacenes, plazas y casas particulares.

"El trabajo prematuro del niño produce la despauperización del mismo, que se agota con esfuerzos a los que no está acostumbrado. Su influencia nociva no sólo hace mella en su cuerpo sino que el contacto con obreros adultos no suele ser del todo favorable. Desde luego, esta influencia es menos nociva que la de la calle" (4).

Queda en claro que no pretendemos agotar una temática como la que se plantea en este opúsculo, pues es suficientemente conocido que las propuestas de enfrentar idóneamente el aumento de la tasa de criminalidad, conllevan un cambio radical y una transformación de la estructura social. Si no hay suficientes medios de trabajo, esto explica la situación del menor que vagabundea durante las tareas y noches, dedicado a tareas, como emisario de homosexuales y prostitutas. Ese menor, por un estado de necesidad convive con tareas de riesgo que pueden arrastrarlo al mundo del crimen.

La situación tiende a hacerse mas grave porque hay un deterioro sostenido y una situación de extrema pobreza en que viven los menores de los cinturones de miseria que tiene Guayaquil, y que en buena medida son el resultado de la actividad política electorera y demagógica que incentiva el precarismo urbano. La migración campesina que no encuentra en la tierra prometida las condiciones mínimas para una coexistencia digna, es víctima del engaño político. Como consecuencia inmediata de la migración, el costo socio-económico y político para la ciudad es ya intolerable.

El medio ambiente.-

El profesor Luis Rodríguez Manzanera nos recuerda que el medio ambiente por sí solo no es capaz de producir delincuencia, pero califica al ambiente como cómplice, y al criminal como el microbio que se desarrollará y evolucionará en ese caldo de cultivo. Afirma igualmente que con respecto el medio ambiente, éste comprende: al trabajo, la policía, la vagancia, la mendicidad y el urbanismo (5).

Con respecto al trabajo, debemos mencionar que aunque la ley proscriba el trabajo de la minoridad o que lo limite en situaciones excepcionales, lo cierto es que en nuestro país el menor trabaja sin ningún tipo de protección, que no sea la teórica que le proporciona formalmente el código del trabajo. Los esfuerzos, para dar protección al menor en este nivel también se pierden porque no existe la adecuada infraestructura para velar por un trabajo idóneo. No conocemos cifras estadísticas oficiales de menores que presten servicios de manera subordinada, menos aún la cantidad de menores que laboren de manera autónoma, esto es sin patrono y bajo las formas ya conocidas de sub-empleo como venta de números de lotería, lustrada de zapatos, venta de cigarrillos, voceada de periódicos, etc.

Hay determinados tipos de trabajo que pueden ser calificados como criminógenos, esto es aquellos que se desarrollan en centros de vicios, como prostíbulos, cantinas, cabarets, expendio de bebidas alcohólicas. Este medio laboral extrafamiliar es criminógeno.

La policía puede también convertirse en medio criminógeno, cuando por ej. actúa en labores únicamente de represión a los menores de edad que deambulan por la ciudad porque se han convertido en "los hijos de la calle", y ese es lamentablemente su propio hábitat, no tiene ni conoce otro. Esta falta de comunicación policial genera conflictos psicológicos de autoridad, porque el pequeño va a reaccionar negativamente en contra del agente de la autoridad en quien va a encontrar un enemigo.

Tal vez lo aconsejable sería contar con una policía de menores y una estrecha relación de ésta con trabajadores sociales. Los Congresos de NN.UU. se han pronunciado por la necesidad de crear una policía especializada para controlar el área de la criminalidad de la minoridad, pero sabemos que esos buenos intentos, son solamente eso.

En lo relacionado con la vagancia y mendicidad, deben ser calificadas como actitudes asociales o parasociales que pueden llegar a convertirse en acciones antisociales. La vagancia puede hasta ser desencadenada por causas psicopatológicas (factor interno). A esto debe reconocerse que hay una tendencia a un número mayor de horas de ocio, lo que a la inversa ocasiona un número menor de horas de clase.

En nuestro medio es grave la situación de la mendicidad y la vagancia sin que se hayan dado propuestas alternativas, para tratar de atender adecuadamente el espectro negativo, de la delincuencia de menores y por supuesto de las bandas y pandillas juveniles. Es doloroso el cuadro de los menores de edad que en los sectores céntricos de la ciudad se dedican a solicitar dinero a los transeúntes, o que tratan de limpiarle los vidrios, o se dedican a espectáculos de gimnasia. Estos menores terminan por agruparse y allí vamos a encontrar un germen para explicar lo de las bandas y pandillas.

También se considera al urbanismo como un factor potencial de criminalidad, porque hay una invasión del campo a la ciudad que ha sido castigada políticamente, sin poder atender la prestación de servicios básicos que le son exigidos. Las ciudades que tienen una gran densidad poblacional son más criminógenas que aquellas que no han sufrido el impacto de la invasión y el precarismo urbano.

Llevadas estas reflexiones al campo de las bandas y las pandillas juveniles en Guayaquil, según una información: en 1989 las víctimas de los pandilleros solamente en Guayaquil, llegó a 20. Esto significa un incremento del 200% en el último año. Se sostiene que en Guayaquil existen actualmente 1500 pandillas, siendo una de las más peligrosas la llamada "Los Jerry's" que en el sector donde se han asentado, han producido en poco tiempo cuatro muertes. Las razones son baladíes, como el hecho de llevar unos zapatos "Reebook" que en el ámbito pandillero son considerados como sinónimo de status.

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